miércoles, 24 de diciembre de 2014

Jesús y la oración (Lucas 11:1-13)

En cierta ocasión, Jesús estaba orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos.» Jesús les dijo: «Cuando ustedes oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación.”»  También les dijo: «¿Quién de ustedes, que tenga un amigo, va a verlo a medianoche y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a visitarme, y no tengo nada que ofrecerle”?  Aquél responderá desde adentro y le dirá: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mis niños están en la cama conmigo. No puedo levantarme para dártelos”  Yo les digo que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sí se levantará por su insistencia, y le dará todo lo que necesite.  Así que pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá.  Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, en lugar del pescado le da una serpiente?  ¿O si le pide un huevo, le da un escorpión?  Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»

 

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