viernes, 22 de mayo de 2015

La arrogancia y la prepotencia de los malvados



10:1 ¿Por qué te quedas lejos, Señor,
y te ocultas en los momentos de peligro? 


10:2 El pobre se consume por la soberbia del malvado
y queda envuelto en las intrigas tramadas contra él. 


10:3 Porque el malvado se jacta de su ambición,
el codicioso blasfema y menosprecia al Señor;
10:4 el impío exclama en el colmo de su arrogancia:
"No hay ningún Dios que me pida cuenta".
Esto es lo único que piensa. 


10:5 Sus caminos prosperan constantemente;
tus juicios, allá arriba, lo tienen sin cuidado;
elimina de un soplo a todos sus rivales
10:6 y se dice a sí mismo: "No vacilaré,
seré siempre feliz, no tendré contrariedades". 


10:7 Su boca está llena de maldiciones,
de engaños y de violencias;
detrás de sus palabras hay malicia y opresión;
10:8 se pone al acecho en los poblados
y mata al inocente en lugares ocultos.
Sus ojos espían a los débiles; 

10:9 acecha ocultamente como el león en su guarida;
se agazapa para atrapar al pobre,
y lo atrapa arrastrándolo en sus redes. 


10:10 Espía, se inclina, se dobla,
y cae sobre el débil con todas sus fuerzas.
10:11 Luego piensa: "Dios lo olvida;
aparta su rostro y nunca ve nada". 






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