miércoles, 20 de mayo de 2015

Promesa de perdón para los pecadores arrepentidos (Isaías 57:14-21)


Y se dirá:
«¡Construyan, construyan, preparen el camino!
    ¡Quiten los obstáculos del camino de mi pueblo!»
 Porque lo dice el excelso y sublime,
    el que vive para siempre, cuyo nombre es santo:
«Yo habito en un lugar santo y sublime,
    pero también con el contrito y humilde de espíritu,
para reanimar el espíritu de los humildes
    y alentar el corazón de los quebrantados.

 Mi litigio no será eterno,
    ni estaré siempre enojado,
porque ante mí desfallecerían
    todos los seres vivientes que he creado.
 La codicia de mi pueblo es irritable,
    por perversa,
en mi enojo, lo he castigado;
    le he dado la espalda,
pero él prefirió seguir
    sus obstinados caminos.
 He visto sus caminos, pero lo sanaré;
    lo guiaré y lo colmaré de consuelo.
Y a los que lloran por él
     les haré proclamar esta alabanza:
¡Paz a los que están lejos,
    y paz a los que están cerca!
    Yo los sanaré
—dice el Señor —,
 pero los malvados son como el mar agitado,
    que no puede calmarse,
    cuyas olas arrojan fango y lodo.

No hay paz para los malvados

—dice mi Dios—.








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